[...]
Y miramos para arriba, siempre arriba.
El lanzamiento pretendía destrozar las nubes, evitar que el ataque llegara al cenit de nuestra capital
En general ERP apuntó al cielo y los misiles salieron uno a uno, despacio, dejando un rastro vibrante detrás de ellos. Explotaron en cadena sobre los cúmulos que nos rodeaban.
El enemigo se fue con un gran poof. Y la bella genio del general asintió con la cabeza. Esa noche era de dátiles y cerveza.
Y Posmópolis, Santísima Posmópolis.