20071218

Archivos de la Universidad de Posmópolis. La Escuela Noctura.



[...]

No encontrar los rostros de Bi-Gorra entre nuestros episodios nocturnos. Ese fue el problema. Cuando tomé la sábana y dejé caer el control remoto como un epicentro del sueño la lluvia cayó torrencial.

Entre las calles se veían vagabundos desnudos buscando besos en la acera. La luz se iba y no tenía teléfono a la mano. Esa noche era cálida, como la cueva, oscura, como la cueva, húmeda, como la cueva, misteriosa como el eterno retorno al orgasmo y la fuga estrecha.

“Este edificio tiene forma vertical, somos el falo y caeremos con el terremoto como disparados hacia el cielo, en oposición a nuestra escritura, nuestro infierno de bajar y bajar.”

La tierra crujió y las paredes se estremecieron. Las toqué con mi mano y se estremecieron. Las besé en la base y se estremecieron. Las lamí amoroso y se estremecieron. Una fractura apareció ante mis ojos, como si se abriera para mi entrada triunfal.

Entonces explotó.

Fuimos azotados en el concreto. Despacio. Se quebraron nuestros huesos y dientes, nuestras vísceras estallaron y salieron miles de mariposas lavadas por la lluvia. Mis ojos palpitaban cerca de la boca de la alcantarilla. Sentí un beso en la planta del pie. Era el vagabundo. Era el que vigila el asta bandera del centro de la ciudad.

Y su sonrisa se dibujó en el cielo, de ella, Bi-Gorra, carcajeándose porque esta noche había ganado.

Mañana, en cambio, la tendría a mis pies