Soy el primer reflejo de Posmópolis: aquél pensamiento que cada posmopolita busca inmediatamente al despertar.
Soy la alarma que los trae de vuelta al mundo.
Soy el deseo impreso en la portada de la revista donde se ve lo único que se conoce de mí: aquella toma close up de la parte frontal de mi tanga mientras un dedo (el dedo con el que te acaricio la mejilla para que te despiertes) se desliza hacia el interior de mi ropa interior.
(Y Posmópolis, Santísima Posmópolis)