El Loco y El Verdadero sentenciaron al Escritor sin Cabeza: sería expulsado y podría volver hasta regresar entre sus manos con palabras físicas.
Entonces, el Escritor sin Cabeza partió del Centro Hundido rumbo a la Costa. La bordeó como quien delinea la diagonal del cuerpo humano. Brincó entre barrancos. Descubrió nuevos desiertos y ahí incluyo una nueva palabra en el Diccionario Básico de Posmópolis. Nuevas geografías. Cambio de piel. Ahí donde termina Posmópolis, en ese extraño paréntesis que nos atrapa entre sucesiones de puntos, el Escritor sin Cabeza encontró las primeras palabras físicas:
"ya estaba escrito",
Y Santísima, Santísima Posmópolis...