Me perdono de mis crímenes porque me resulto entrañable: depuesto aquí: en la sombra abstracta y en la lucidez concreta. Al mismo tiempo, estando entre sí, en todos mis contrastes. La víscera. La ternura. Arrojado ahí y en mi propio camino: contradiciéndome, recorro contrapuntos. Soy contrasentido. Y también soy iluminación. Soy la maravilla de dios aventada, desde su metafísica, al mundo. Soy tachado, pleno, pero criptográfico. Él, dios, sonríe cuando me ve pensar, andar, recorrer las contradicciones diarias.
Sin embargo, no soy un péndulo. No voy de la angostura al horizonte. De lo ruin a lo sublime. Paria y al instante: amante. Soy un temblor. Una indecisión después de la hora. Estoy en contra de la productividad y soy un defensor del ocio y del tiempo perdido aunque libre. Sueño, amo, lastimo, confundo, alivio y luego existo. Vacilo aquí y ahora: tengo intención, soy circunstancia. Apunto: también soy deseo. Amor. Poder. Miedo. Y hace algunos años decidieron que todo ello llevara un nombre: sinopsis de mi peso existencial. Soy la escritura del momento. Fragmentario, fracturado. Complejo, es decir, conecto, logro articular.
Y Posmópolis.
Queridísima Posmópolis.
20100214
Depuesto aquí. Autobiografía del Muchacho de los Ojos Tristes.
circunstancias
amor,
angostura,
circunstancia,
contrasentido,
el muchacho de los ojos tristes,
horizonte,
intención,
paria,
poder,
ruin,
sentido,
sombras,
temblor en la mano