Posmópolis surgió entre un par de amigos cuando se enviaban mensajes de celular. En ése entonces vivian en ciudades diferentes. Desde el celular inventaban paraísos, decretos, atmósferas, situaciones, personajes. Entonces surgieron los mitos de Posmópolis, sus fundaciones, sus destrucciones, algunos de sus paseantes: El Escritor sin Cabeza, Rakel Bi Gorra, ERP, los amantes incendiarios, la Universidad de Posmópolis y la cancha donde cada domingo juega el Atlético Posmópolis.
Sin teorizar tanto y en pocas palabras, Posmópolis ha sido nuestro escape y nuestro marco, es decir, un espacio donde pintar o escribir nuestro trazo: nuestra realidad.
Desde esa realidad Posmópolis parece, a veces, desligarse de la cotidianeidad que cada uno de nosotros vive día a día: el laburo, la chamba, el jale, el curro. En ese marco quizá alguno de ustedes se ha preguntado: ¿quién es Señor Posmópolis? Evidenciarlo quizá provocaría que este lugar pierda su encanto, misterio, magia (en caso de que los tenga) o podría hacerlo aún más ruín, cómico o funesto.
Pero sin pensar en las consecuencias, quien les escribe decidió mostrar algo de esa cotidianeidad. Por ejemplo, si algún día nos encontramos tomando café, bebiendo mezcal o cebando mate les pondría esta canción:
http://www.youtube.com/watch?v=hXXwZXO19Tc
Me gusta esa canción: en una parte dice "hay un mundo más allá". Y sí, hay un mundo más allá de Posmópolis que es el lugar desde donde les escribo, pero también desde este lugar hay un mundo más allá que es el sitio donde nos encontramos: esta casa, este blog, estas palabras.
Gracias por estar por aquí. Nos seguiremos leyendo, mientras tanto me preparo para cantar, bailar, beber. Es fin de semana: flor de quilombo, a echar desmadre.