Para destruir la ciudad nebulosa (Posmópolis) es necesario aplaudir hasta que el anuncio luminoso de "Aplausos" colapse.
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Fuimos al lugar del adoctrinamiento: el edificio de La Fundación. Ahí cursábamos el curso introductorio de Destrucción de Urbes en el salón 90210. El Comediante de Posmópolis (aquél que nos recibió en el Aeropuerto de la ciudad) nos presentó al Ideólogo de Posmópolis quien nos presentó al Motivador de Posmópolis: Monseñor Solís. El Motivdador de Posmópolis alzó las manos, fijó la mirada al cielo y con una voz solemne y grave nos dijo:
"Hermanos...Para destruir una ciudad hay que hacer algo ya. Lo inmediato es dejar los lápices a un lado, guardar las libretas de apuntes, desconectar los artificios y orar durante un minuto de silencio... Y luego, aplaudir hasta que el cemento colapse".
Después del adoctrinamiento entendí que para acercarme a una definición de Posmópolis tendría que hacerlo desde el espectáculo: Posmópolis es el espectáculo de los últimos minutos de una faena: los Posmopolitas se ponen de pie, aplauden al héroe muerto, a la bestia herida, hacen un corte y pasan a lo que viene. Posmópolis es el espectáculo del olvido.
Y Posmópolis, Santísima Posmópolis.