20100218

En el principio estaba muerto.

El discurso, desde su origen, está marcado por la inconclusión: ahí donde las palabras encajan el discurso muere cada día. Abierto al horizonte, a la contaminación pero muriéndose cada día. El texto, como organismo vivo que resultar ser, decae diariamente (...)

Entonces el Muchacho de los Ojos Tristes y el Mostro de Posmópolis caminaron desde la tierra prometida y llegaron al gran lago. En medio del gran lago había un islote y un nopal sin serpientes o aguilas o cualquier otro motivo que pudiera provocar, posteriormente, un discurso abstracto. Hallaron una fiesta, piscinas topless, música hit parade y una promesa de eterna borrachera: ahí donde el discurso, pese a que también muere día a día, su muerte es desde el vértigo y no desde el derrumbe.

En la fiesta el Muchacho de los Ojos Tristes y el Mostro de Posmópolis, y demás personajes que estaban en la fiesta, entonaron su rúbrica o el mantra que matan día a día:

Posmópolis, Santísima Posmópolis.